Es cierto que las bodas pasan volando, al menos para los novios. Por mucho que la disfrutes siempre se te queda corta…Pero uno de los momentos más divertidos, o así lo recuerdo yo de mi boda, es la mañana siguiente al evento, cuando juntos os ponéis a recordar las batallitas y anécdotas más destacadas. Y acto seguido…revisión de maletas, pasaportes, guías, documentación…por fin el viaje de novios!!
Debería ser obligatorio un viaje de novios al año. Hay cosas que si se repiten con asiduidad pierden la gracia. Esto no. Y da igual el destino elegido para perderse unos cuantos días. Yo lo recuerdo como el VIAJE de mi vida y ahora me dedico a pasar envidia (no sé si de la buena…) de todos los novios a lo que les toca disfrutarlo. Y es que, aunque queramos disimular y fingir que es un viaje más, el rollo honeymoon se nos nota. Y nos lo notan. Porque tras la cara de «yo viajo mucho» que tratábamos de aparentar en hoteles y aeropuertos, asomaba ese gesto de pánfilos recién casados que, por lo menos durante ese viaje, dura.
Así que en honor a todos los pánfilos (repito, a los que envidio) que estén cerrando maletas en este instante, y sobre todo para unos que ya sé que han aterrizado allí…próximo post: Nueva York.