Paseando por la orilla de las maravillosas playas gaditanas recordaba una costumbre o afición que tenía de pequeña y que con toda seguridad muchas de vosotras habréis practicado como yo: pintar piedras. Creo que el ritual comenzó en alguna playa de piedras de la costa alicantina en un verano con mis tíos…Me encantaba recoger esos cantos rodados lisos y pulidos que pedían a gritos que se hiciera algo en su superficie.
Una casa, un barco…y un «recuerdo de…» eran por lo general los habituales de mis artes casi rupestres.
Este verano estoy preparando una caja de los recuerdos para Alejandra. Hice una tras su bautizo, donde recopilé pequeños y no tan pequeños detalles de ese día de esos que acaban por perderse y que, si se parece en algo a mi, seguro que valora haber guardado el día de mañana.
Y en una caja de recuerdos de verano que se precie no pueden faltar piedras. En lugar de pintura decidí usar mis sellos y tinta y algún rotulador.
Y ahora, al baúl de los recuerdos, al menos, hasta que sea ella quien las pinte.
Lo dicho, algunos recuerdos salen muy baratos. Otro día más cositas para la caja.
···patricia···