no hay tiempo, pero habrá boda (parte I)

Cuando Cristina me pidió ayuda para organizar su boda creo que tarde escasos segundos en aceptar la propuesta. Como único handicap en mi contra, el tiempo. Contaba con dos meses para organizarlo todo. Como ventaja, saber que se trataba de un evento pequeño.

La boda nació con espíritu ser de una simple comida por su envergadura. Pensaban en algo familiar, sencillo, sin complicaciones…no había tiempo. Parecía absurdo plantearse en ese momento la idea de hacer unas invitaciones, o contratar los mismos proveedores que para una boda de mayor tamaño, … y menos aún pensar en esos detalles que siempre quedan para el último momento.

Los novios son sencillos y sencilla debía ser la boda.

Confiaron en mi desde el primer momento y cuánto se lo tengo que agradecer!Sabían que el tiempo jugaba en su contra y que las obligaciones laborales y familiares les robaban los escasos momentos libres que pudieran tener…

Así que mi labor inicial se centraba básicamente en ocuparme de algunos detalles de decoración, floristería, música para la ceremonia…

Siempre he pensado que una boda pequeña no tiene nada que envidiar a una de 200 o más invitados, sino todo lo contrario. Te permite dedicar más tiempo a los pequeños detalles, cuidar más cada momento, tener todo más previsto.

Poco a poco conseguí que Cristina y Guillermo lo creyeran también. Así que decidimos lanzarnos a la piscina y, sin complicaciones, la comida familiar se convirtió en boda. Pero boda, boda. Y yo, me puse manos a la obra porque el reloj de arena comenzaba a vaciarse a pasos agigantados.

A los novios les encanta viajar, creo que pensaban en el viaje de novios desde antes de planificar el evento! Esa fue una idea fantástica para el diseño de la invitación junto a mi pasión por el adorado papel Kraft!! Se trataba de una «carta de viaje», cuyos sellos eran planos de diversas ciudades del mundo y para el forro interior, unas láminas ideales de un mapamundi. En el exterior, los nombres de los invitados a los que iba dirigida estampados de modo irregular en tinta blanca y como remate, la invitación atada con bakers twine blanco y rojo. El material para elaborar las invitaciones lo conseguí aquí.

Seguimos una línea similar en la elaboración de los misales. Mismos tonos, misma estética…

Como varios de los invitados venían de fuera, buscamos un hotel céntrico del que pudieran desplazarse cómodamente tanto a la Iglesia como al lugar de celebración del banquete. Los novios me dijeron que querían tener un detalle con ellos, así que preparé unas cajas para dejar en sus habitaciones que incluían, además de un obsequio de bienvenida, un plano de la ciudad con los sitios de interés para la boda y una tarjeta recordando la hora y lugar de la ceremonia. (A cuántas bodas nos trasladamos fuera de nuestra ciudad olvidándonos de la invitación y nunca recordamos la hora exacta???). Eso sí, todo en la misma línea de diseño que las invitaciones, misales…

Y hasta aquí llegamos con la primera parte. Lo mejor está aún por llegar, pero los novios aún no lo saben. El gran día en el que todo tiene que estar a punto, nada puede fallar.

Por suerte, está todo listo. Planificación y gente seria con la que trabajar son el secreto de un gran resultado. Ceremonia organizada. Vestido, maquillaje y peluquería para la novia sincronizados. Menús y gestión de invitados, controlado. Fotografía, floristería y decoración en marcha. Otros detalles,… ya se verá.

Si consigo que llegue a término todo este tumulto de ideas y anotaciones que rondan mi cabeza desde hace dos meses, habré cumplido mi cometido. De momento, Cristina y Guillermo han logrado despreocuparse y estar tranquilos a pocos días de su boda. Es como siempre debería ser. Me doy por satisfecha.

sonando….Pixies, Here comes your man

(hoy sí que tenéis que escucharla, qué temazo!!!)